Inspección periódica de estanterías industriales: garantía de seguridad y eficiencia en tu almacén
En cualquier almacén, las estanterías industriales son mucho más que simples estructuras metálicas. Son la columna vertebral del sistema logístico. Sobre ellas reposa el peso físico de la mercancía, pero también una gran parte del orden, la eficiencia y la seguridad operativa. Y, como toda estructura sometida a uso continuo, requieren vigilancia constante. En este contexto, la inspección periódica no es una opción, sino una necesidad.
Realizar revisiones programadas de las estanterías industriales permite detectar a tiempo daños estructurales, corregir malas prácticas, prevenir accidentes y alargar la vida útil del sistema. Además, responde a exigencias normativas claras que afectan directamente a la responsabilidad del empresario y la integridad del personal.
¿Por qué son necesarias las inspecciones periódicas?
Las estanterías industriales están expuestas a múltiples factores de desgaste: cargas pesadas, impactos de carretillas, cambios de temperatura, movimientos sísmicos menores, oxidación, humedad, manipulación inadecuada… Todo esto puede deteriorar los elementos estructurales aunque no se perciba a simple vista.
Las inspecciones periódicas ayudan a:
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Identificar daños visibles o latentes.
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Verificar el cumplimiento de la normativa vigente.
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Evaluar si el uso actual del sistema se ajusta al diseño original.
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Detectar sobrecargas o distribuciones incorrectas de peso.
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Asegurar la estabilidad del conjunto.
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Minimizar riesgos laborales.
No se trata únicamente de mantener en pie la estantería, sino de garantizar que cumple su función con todas las garantías de seguridad y rendimiento.
¿Qué establece la normativa?
La norma de referencia en Europa para la seguridad de las estanterías industriales es la UNE-EN 15635, que establece criterios para la utilización y mantenimiento seguro de los sistemas de almacenaje estáticos de palets.
Entre otras cosas, esta normativa establece:
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La obligación de realizar inspecciones visuales internas de forma regular (diaria, semanal o mensual).
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La necesidad de llevar a cabo una inspección técnica anual realizada por una persona competente.
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La exigencia de mantener registros de todas las inspecciones y de cualquier intervención realizada sobre las estructuras.
Además, la ley de prevención de riesgos laborales (Ley 31/1995) en España establece que el empresario es responsable de garantizar la seguridad de las instalaciones y del personal, lo que hace especialmente importante contar con una rutina de revisiones bien documentada.
Tipos de inspecciones recomendadas
Inspección visual interna
Es la más frecuente y puede realizarla el propio personal del almacén. Debe incluir:
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Comprobación del estado de los puntales (si están rectos y sin golpes).
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Revisión de los largueros (alineación, deformaciones, anclajes).
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Verificación de la carga máxima y su correcta distribución.
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Control del estado de los anclajes al suelo.
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Detección de signos de corrosión o debilitamiento.
Lo ideal es que una persona del equipo esté designada como “responsable de seguridad de las estanterías” y tenga formación básica para identificar posibles riesgos.
Inspección técnica anual
Esta revisión debe realizarla un especialista externo acreditado y con conocimientos técnicos suficientes. Suele incluir:
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Análisis estructural de los componentes.
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Revisión del diseño original y su correspondencia con el uso actual.
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Medición de deformaciones aceptables según norma.
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Evaluación del estado de los elementos de protección (topes, defensas, mallas).
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Emisión de un informe detallado con clasificación de los daños por nivel de gravedad (verde, ámbar, rojo).
Este informe sirve como base para planificar reparaciones, refuerzos o incluso rediseños del sistema de almacenaje.
¿Qué se revisa exactamente en una inspección?
Una buena inspección no se limita a mirar “si todo parece estar bien”. Hay que comprobar aspectos concretos:
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Puntales y montantes: deben estar rectos, sin abolladuras ni signos de impacto.
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Largueros y travesaños: deben estar firmemente sujetos y sin pandeo.
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Uniones y tornillería: no deben faltar piezas, y las fijaciones deben estar firmes.
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Protecciones: deben estar bien colocadas y sin daños.
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Carga: debe respetar la señalización visible, sin sobrepasar el peso por nivel o por módulo.
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Base de la estantería: debe estar bien anclada, sin grietas en el suelo ni placas de anclaje sueltas.
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Distribución de la carga: mal colocada puede provocar inestabilidad.
Además, es importante observar si se están utilizando elementos no homologados o añadidos improvisadamente que comprometan la estructura.
Qué hacer tras una inspección
Tras cada inspección, es fundamental documentar los resultados. Si se detectan daños, deben clasificarse según su gravedad:
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Daño verde: se puede seguir utilizando con vigilancia.
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Daño ámbar: requiere intervención en un plazo corto de tiempo.
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Daño rojo: hay que dejar de usar la estantería de inmediato hasta que se repare.
Los daños deben solucionarse cuanto antes con piezas originales o equivalentes certificadas por el fabricante. Nunca se deben improvisar soluciones caseras ni dejar pasar el tiempo esperando a que “aguante un poco más”.
Además, conviene utilizar el informe para programar tareas de mantenimiento preventivo y formar al personal sobre las mejores prácticas de uso.
Beneficios de una buena rutina de inspección
Más allá del cumplimiento normativo, realizar inspecciones periódicas bien gestionadas tiene múltiples ventajas:
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Reducción de costes a largo plazo, al evitar daños mayores o siniestros.
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Mayor vida útil de las estructuras, gracias al mantenimiento proactivo.
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Protección del personal, lo que repercute en un entorno de trabajo más seguro y motivador.
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Mejora de la imagen de la empresa, que demuestra responsabilidad y profesionalidad.
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Evita sanciones o paralizaciones, en caso de auditorías o inspecciones de trabajo.
Y sobre todo, te da la tranquilidad de saber que el corazón del almacén —su sistema de almacenaje— está bajo control y funcionando como debe.